viernes, 4 de noviembre de 2016

Carlos Keen




Aunque en estas instancias ya sea un poco tardío, retomo este blog abandonado y voy a ir actualizando sobre algunas cosas que tuvieron que ver con el viaje a Carlos Keen y el proceso del trabajo.




Algunas analógicas

Otras


Carla Queen




Merchandising de Carlos Keen

Lo que más me llamó la atención del pueblo, es que a pesar de lo pequeño que es, genera como un efecto laberíntico que te produce una desorientación constante. Creo que el turismo es uno de los recursos más fuertes que tiene para movilizarse, ya que sin él es un pueblo bastante estático.
Vimos a muy pocas personas que residieran allí, la mayoría de la gente va por los fines de semana a trabajar a los restaurantes.
La gente es amable, pero reservada. Notablemente vimos a muy pocos jóvenes, ésto es algo que según nos contaron le sucede a un pueblo que a pesar de tener varios años, en determinado momento las familias numerosas comenzaron a dejar de involucrarse con gente que resida por fuera y genere renovación. 
Quietud es una de los adjetivos que le daría a Carlos Keen. Es extraño como el pueblo pareciera una especie de claustro que subsiste por sí mismo. Encontramos muchas casas abandonadas y existe en él un escaso tránsito de sus habitantes y de movimiento en su interior. La mezcla de silencio campestre con los sonidos de una deteriorada fábrica de fideos, generan una combinación bastante particular y fantasmagórica. Los verdaderos habitantes visibles son la innumerable cantidad de perros y clanes caninos que allí se conforman y que cuidan celosamente las zonas que les corresponden en los rincones del pueblo.
Para el trabajo aprovechamos algunos exteriores y buscamos cierto tipo de planos que nos parecieron interesantes, pero no creo que sigamos explorando este espacio ya que la idea que habíamos concebido es bastante difícil de materializar.





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